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Opiniones de un payaso

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Descripción

Libro Opiniones de un payaso. Sinopsis libro, reseña libro. «Soy un payaso y colecciono momentos», con estas palabras se describe a sí mismo Hans Schnier, un artista venido a menos, destruido por la pérdida de un horizonte social y personal que le es tan ajeno como la felicidad que le ha sido vetada. Narrada en primera persona, Opiniones de un payaso es la obra con la que Heinrich Böll se situó definitivamente en el centro de la conciencia alemana, no solamente de la literaria sino sobretodo de la moral, política y religiosa. Católico ferviente, Böll se sintió obligado a manifestar su repugnancia ante las formas de adulteración y perversión que ciertos elementos representativos del catolicismo alemán creyeron conveniente adoptar con el fin de defender posiciones del poder político.

A través de la irónica, inconformista, y a la vez conmovedora historia de «su payaso», Böll quiso devolver al catolicismo la conciencia de su espiritualidad y de sus deberes con las personas y sus humildes y patéticas pasiones individuales. Humor y ternura convierten estas páginas en el magistral retrato de una sociedad hipócrita y materialista, en una crítica feroz capaz de sobrecoger al admirado lector. No en vano ha sido éste uno de los mayores best-sellers de la literatura alemana de posguerra; no en vano es, hoy en día, un clásico imprescindible. Libro Opiniones de un payaso.

1 valoración en Opiniones de un payaso

  1. Lisa

    “¿Qué clase de ser humano eres?”
    “¡Soy un payaso y colecciono momentos!”

    “Colecciono momentos…” – Hans es un ser humano excepcional. Es completamente subjetivo en cada acción y emoción. Se niega a aceptar estándares y normas que le impone el establishment, y siempre sigue su propio corazón y sus valores éticos.

    Eso significa problemas en el ambiente de mentalidad corporativa donde crece.

    De niño, es testigo del pensamiento colectivo de su familia privilegiada, adaptándose incondicionalmente a la Alemania nazi no necesariamente por fanatismo, sino por oportunismo. Ve a su propia hermana de 16 años partir para siempre en el último esfuerzo bélico, y nunca perdona a su madre por animarla a ir, a sacrificarse por la “sangre y el suelo” de Alemania. No permitirá que su madre olvide su pasado más tarde, cuando ella dé un giro político y trabaje en un comité político de posguerra para la integración racial. Le aterroriza la facilidad con la que otros ex fanáticos nazis inician sus carreras en las instituciones democráticas y les recuerda apasionadamente su hipocresía.

    Cuando se le pregunta qué es un payaso y dónde reside su talento cómico, responde que muestra a la gente un espejo abstracto de quiénes son. El efecto cómico se basa en el reconocimiento de la verdad detrás de la máscara. Para su profesión de payaso ambulante, su habilidad es muy apreciada, pero en la vida real fracasa brutalmente porque ve a través de la máscara del pensamiento corporativo.

    Si bien la doctrina nazi se cierne sobre su infancia, su peor lucha es contra la religión poderosa en la Alemania de la posguerra: la Iglesia católica omnicomprensiva que dicta normas y comportamientos sociales. Hans pierde a su compañera, una joven profundamente religiosa y confusa, porque no puede fingir una creencia honesta y no se doblegará ante la dictadura de la Iglesia y el Estado para satisfacer su dogma moral. Como él se resiste a firmar un documento prometiendo que sus futuros hijos serán criados en la fe católica, Marie lo abandona, bajo la influencia de toda una comunidad de “consejeros” católicos, tanto sacerdotes como laicos. Hans, con el corazón roto, tiene que vivir con la sensación de haber perdido su verdadero amor por la “moral” corporativa convencional. A sus ojos, el matrimonio de Marie con un hombre católico “de confianza” constituye adulterio y prostitución, ya que ella se somete a una relación sexual para satisfacer no su propia inclinación natural, sino la idea de corrección de la sociedad.

    Me pareció fascinante seguir las reflexiones de Böll sobre la facilidad con la que los valores éticos pueden transformarse en sus opuestos, dependiendo de cómo uno se percibe a sí mismo: como parte de una corporación (religiosa o política) o como una persona individual con una inclinación subjetiva que no reconocer los límites que la sociedad establece, según “reglas, tradiciones y estándares objetivos”.

    Para Hans, no hay nada heroico en el autosacrificio forzado de su hermana por el Reich alemán, y no hay nada loable en el “susto metafísico” de Marie y la posterior elección de una pareja diferente. Él, el payaso ridículo, ve lo ridículo en el “pensamiento colectivo”, si esto no es del todo un oxímoron, ya que los grupos tienden a actuar sin pensar, siguiendo ciegamente la voz de la multitud.

    Al final, está solo, triste y pobre, porque el éxito se encuentra en el pensamiento grupal de las estructuras de poder establecidas, no en la búsqueda individual de libertad de pensamiento y sentimiento.

    Se pone su máscara de payaso y muestra a la sociedad los rasgos vacíos de su rostro horriblemente agrietado.

    Aunque no me reí del Pierrot. Pensé que finalmente entendía mi verdadera profesión. Y no hay nada peor, dice Hans, que los payasos que se ríen de su propia actuación. A los demás les corresponde sentarse en grupos y reírse del payaso triste y solitario.

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