Libro Los últimos días de nuestros padres de Joël Dicker.
Es entendible que los críticos hayan dudado que «Los Últimos Días de Nuestros Padres» fuera escrito por un joven Joël Dicker: hay una GRAN maestría en sus palabras. Este libro se siente como las memorias de un viejo, de una de los personajes que recuerda lo que fue vivir la Segunda Guerra Mundial. Pero más allá de los actos bélicos y el conflicto principal que dio origen a este oscuro momento de la historia del mundo, está la humanidad: seres de carne y hueso que lucharon por una causa que a veces ni sentían suya; que mataron, que robaron, que planearon atentados, que murieron…
Esa guerra tocó las fibras de todo el mundo, especialmente de estos personajes, un grupo de jóvenes que ingresaron al servicio secreto británico para ayudar a que los alemanes perdieran la guerra. Tenemos a Palo, que se podría llamar el protagonista de la historia, pero todos los que lo rodean tienen un peso dramático muy fuerte: Laura, Garon, Claude, Duff, Key, Gordo (mi favorito)… Tantos… Y por supuesto, el padre. El otro lado de la guerra, los que esperan pacientes que sus hijos den una señal de vida, que sobrevivan, que aparezcan, que regresen…
Aunque me costó conectarme con los personajes y seguir la lectura, pues se pone un poco enredada con tanta gente y situaciones, hay que tener paciencia. Cuando uno menos lo espera, empiezan a conquistarle el corazón. Hay muchos temas en esta historia que Dicker toca con gran maestría. No quise leer este libro por años (a pesar de haberlo comprado hace mucho) porque esas historias de la Segunda Guerra me siguen costando, me sigue pareciendo difícil leer una horrible realidad que hoy parece borrada de la mente de todos, excepto de los que la vivieron. Pero entre tanta destrucción y tragedia hubo historias de esperanza, de supervivencia, de resiliencia y valor como nunca antes visto. Aunque esta sea una historia de ficción, o eso dicen, los personajes están tan bien armados y las situaciones reales tan fielmente descritas que se puede sentir como si realmente hubiera sucedido.
El amor, la guerra, la justicia, todos son temas que predominan, pero el que más me llamó la atención fue el machismo, ese que ha retrasado tanto al mundo con la falta de comunicación, de honestidad, de decir las cosas, por duras que sean… Es increíble como la vida de estos personajes da la vuelta y se siguen encontrando en otras situaciones, enfrentados a verdades que prefieren callar y guardar el «honor», en lugar de hablar y tratar de entender las razones de los hechos…
El «menos» macho, por su sensibilidad y forma de ser, es Gordo, quien quizás se lleva la peor parte de todos. Y no me refiero a la muerte (spoiler alert: no muere), hablo del corazón, de la parte más sensible del ser humano. El de Gordo es destruido y reconstruido varias veces, por abrirlo es que se lo lastiman, pero por su forma de ser y porque la vida es como es, se vuelve a armar y sigue abierto, quizás con más fuerza que antes.
Una fabulosa historia de Dicker, que se ha vuelto uno de mis autores favoritos, de esos que no fallan al contar una historia y deja una absoluta satisfacción al cerrar la última hoja, una nostalgia de tener que dejar a esos personajes que se metieron debajo de la piel y hoy se quedan encerrados en un libro.
Algunas frases maravillosas de esta obra:
«Pensaron en el destino, quizás en la suerte, pero la realidad es que el mundo es demasiado pequeño para jurar no volver a verse. Solo se pierden de vista aquellos que realmente lo desean.»
«¿Qué iba a ser de ellos? No tenía importancia. Volverían los demonios, lo sabían. Porque la humanidad olvida fácilmente. Para recordar, construye monumentos y estatuas, confía su memoria a las piedras. Las piedras no olvidan nunca, aunque como nadie las escucha, los demonios vuelve. Por siempre quedarán Hombres en alguna parte.»
Escrito por Juan Camilo Velandia Q.
