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de Humboldt a el río

De Humboldt a “El Río”. La Colombia que desconocemos

Hace un par de años, mientras viajaba en un avión por varias horas, me llamó la atención un documental, algo diferente a todas las películas que siempre ponían: “Apaporis” de Antonio Dorado Zúñiga, donde narra el viaje del biólogo americano Richard Evan Schultes a través del río Apaporis y los territorios del Vaupés y el Amazonas.

Me llamó la atención, porque por esa época estaba leyendo el libro “La Invención de la Naturaleza” de Andrea Wulf, relato sobre la vida de Alexander Von Humboldt y todas sus expediciones por el mundo, incluso su paso por Suramérica y más precisamente por la cuenca del Orinoco.

He tenido una tendencia desde hace varios años hacia la ecología, el respeto por la naturaleza, y he llegado a concienciarme de la importancia de la preservación y el cuidado de nuestros recursos naturales para la continuidad de la vida y la conservación de ecosistemas que son valiosísimos en sí mismos y no deberían ser tocados.  Sin embargo, no soy definitivamente exploradora, ni siento el llamado de la naturaleza a adentrarme en sus ríos y selvas; le tengo miedo hasta a un cucarrón, y las profundidades y fuerza del agua y los elementos me aterran.  Los amo a distancia, como debería ser.

Humboldt realizó su expedición por América entre los años 1799 y 1804, y creó una teoría en la que veía la naturaleza como un todo.  Decía que todos los ecosistemas en el mundo estaban conectados geográfica y cíclicamente; que la naturaleza es como un tejido, que cuando halas uno de sus hilos y lo sacas, por ahí se puede deshacer todo el tejido: se descompensa todo el sistema.  Su objetivo principal era descubrir nuevas especies de plantas y lograr comparar estas con otras existentes, por ejemplo, en Asia tropical. 

Muchas veces, estas expediciones y descubrimientos fueron patrocinados por “mecenas” que buscaban encontrar nuevas formas de explotación de la naturaleza para su beneficio, como el zar de Rusia, que envió a Humboldt a los Urales a encontrar diamantes -y los encontró-, pero se le escapó hasta la frontera con Mongolia para estudiar el ecosistema de las estepas. 

De igual manera, hacia 1941, Richard Schultes fue comisionado por el gobierno de Estados Unidos para encontrar una semilla de caucho en la Amazonía que se pudiera adaptar a los pantanos del sur, ya que los japoneses habían bloqueado la producción de caucho en Indonesia y lo necesitaban urgente para fabricar llantas para sus camiones y aviones en la Segunda Guerra Mundial.  Pero, la real intención de Schultes era seguir indagando y descubriendo el poder de las plantas de la selva, y encontrar en la sabiduría ancestral la base para nuevos medicamentos que revolucionaran la medicina y acabaran con enfermedades que aún no tenían cura; además de continuar su exploración espiritual con los viajes de yagé, que ya había iniciado con el peyote en su expedición anterior a México.

El libro “El Río”, escrito por el alumno de Schultes, Wade Davis, narra paralelamente las aventuras de Schultes en el área del Apaporis y las de su alumno Wade, que inspirado por su maestro inicia en los años 70 otra exploración para conocer las propiedades de la coca, el significado de esta planta para los indígenas de los Andes y su uso y aprovechamiento medicinal.  Al igual que con “La Invención de la Naturaleza”, “El Río” está cargado de historias a través de los caudalosos ríos de la Amazonía, las peripecias para llegar de un lugar a otro evadiendo rápidos, tribus indígenas defendiendo su territorio con mortales cerbatanas y el enfrentarse día a día a insectos, animales y plantas desconocidas que atacaban sus cuerpos no aptos para la selva tropical.  Una odisea digna de la película “Fitzcarraldo” (1982).

En contraste, también ambos libros narran las difíciles condiciones de nativos y colonos de esta zona, desde el sometimiento y aniquilación de pueblos indígenas enteros a causa de trabajos forzados y enfermedades traídas de Occidente, hasta la carnicería de las caucheras a principios del siglo XX, que dejó una huella imborrable en las comunidades a todo lo largo y ancho de la cuenca Amazónica.

Creo que estos dos libros -especialmente para los colombianos- son un referente imperdible si nos interesa conocer esa Colombia que durante mucho tiempo solo vimos a través de las noticias, cuyos parajes solo conocemos de nombre porque fueron escenarios de la guerra, donde aún gran parte de su territorio permanece intacto aunque unos pocos se han aventurado a comenzar a explorarlo.  Esa Colombia con una riqueza natural asombrosa y que debemos valorar y respetar más que nada; que se encuentra en riesgo inminente de desaparecer por la deforestación ilegal, la ganadería intensiva y los cultivos ilícitos, y que al final es nuestro patrimonio más importante, y el del resto del mundo.

Nota:  Estoy esperando con ansias el nuevo libro de Wade Davis “Magdalena:  River of Dreams”, un viaje a través de nuestra principal arteria fluvial, su gente, su historia y su futuro.

Escrito por Gloria Alzate

Lectora & Miembro Comunidad Bookennials

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3 comments

  1. Nathalia Rincón

    Gracias Gloria! No conocía estos libros. Muy interesante!

  2. ⭐⭐⭐⭐⭐

  3. guess_who

    😑😑😑😑

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