Y es que, si lo pensamos bien, por más que las características de los lugares donde se escenifica la lectura sean básicas, por sí mismas son supremamente distintas y esas diferencias son las que marcan el relato. Estos relatos nos hunden en sonidos, sabores, colores a los que no estamos habituados; imaginar esas escenas degustando una cena simple para ellos, con fideos de arroz, algo de tofu y sake, donde para nuestra cultura son cosas exóticas por no llamarlas menos y se alejan de la base de granos y legumbres que acostumbramos en América, todo esto bajo un fondo en que el viento trae el olor de los cerezos y el sonido de los ánsares, de los cuales es probable que los identifiquemos visualmente por diferentes referencias de la cultura del cine o la televisión pero no por su significado cultural o ambiental por llamarlo así.
EL MEJOR VAGÒN PARA MONTARSE 😉
viajemos juntossssss