Después de vivir un suceso como una pandemia mundial, gran parte de nosotros nos replanteamos miles de cosas de nuestra existencia, en especial al ver que ya no fue un incidente aislado sino que todos como humanidad nos vimos abocados a convivir en similitud de condiciones de cuarentenas, movilidad restringida y una vida tras cuatro paredes para salvaguardar nuestra existencia y las de aquellos a quienes amamos, sin desconocer la desigualdad latente, donde muchos pasaron tiempos difíciles ante la ausencia de comodidades o condiciones mínimas para llevar una vida digna.
Sin embargo, esto también nos llevó a reflexionar sobre esos futuros utópicos y apocalípticos que abordan obras de ciencia ficción y novelas especializadas donde ambientaban a la perfección cada uno de esos relatos, pero no dejaban de ser ficción hasta ahora.
Autores como Mario Mendoza, Stephen King, Ray Bradbury entre otros, han plasmado en sus relatos escenarios sombríos, tristes donde la desidia y desinterés de la raza humana por su entorno y sus propios congéneres conllevan a que la existencia misma de la población mundial este llena de carencias, conflictos mucho peores que los que se vivencian día a día en la actualidad como las hambrunas, desplazamientos masivos y problemas de salubridad.
Creo que muchos de nosotros como lectores asiduos u ocasionales hemos hecho facsímiles entre los relatos de Bradbury, en su obra Fahrenheit 451 con el escuadrón que quemaba libros prohibidos o casas enteras, frente a los tiempos de la inquisición en que todo aquello que fuera en contra de los preceptos bíblicos y religiosos, bien fuera una obra de arte o literatura o incluso alguien con un pensamiento diferente, eran calificados como heréticos y quemados en la hoguera.
También, como vemos que cada día más la existencia se asemeja a ese modelo de Gran Hermano de la conocida obra 1984 de George Orwell, plasmada en nuestra cada vez mayor dependencia a la tecnología, nuestro modo de vivir conectados 24/7 y cómo tanto las compañías multinacionales y gobiernos como China están usando estos modelos para ejercer control sobre la población en especial en términos de política y control social. O el mismo Mario Mendoza, el cual en uno de sus cuentos de la saga juvenil del Mensajero de Agartha, hace referencia a una pandemia de alcance mundial que arrasa con gran parte de la población tras tornarse una variante más letal de la gripe aviar que afectó el mundo en 2009 y que, casualmente, se ambienta en el año 2021.
Así, podríamos hacer un ejercicio de contrastes sin fin entre distintas obras literarias donde comenzamos a dudar si la realidad se está volviendo fantasía o si por el contrario estos autores podrían considerarse como adelantados a su tiempo al ser capaces de vislumbrar estos escenarios más allá de su época.
No obstante, y lo cual es algo inquietante, es que cada vez es más fácil hallar ese contraste con los relatos que tienen futuros distópicos y donde la humanidad entra en una espiral triste y decadente que pone en riesgo su propia existencia. Mundos apocalípticos sin agua, con recursos aún más escasos que en la actualidad y donde la supervivencia gira en torno más a escenarios de ficción al mejor estilo de Mad Max, Crónicas Marcianas o incluso Wall-E donde nos vemos en la necesidad de buscar un mejor futuro en otro planeta.
Es bueno de vez en vez reflexionar un poco acerca de nuestras lecturas, evidenciar qué tanta pizca de realidad hay en aquellos relatos con los que nos divertimos y ver qué mundo nos depara hacia adelante.
Escrito por Camilo Muñoz
Lector & Miembro Comunidad Bookennials
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